Cuando la regente María Cristina eligió a finales del siglo XIX la capital de Donostia para pasar la temporada de verano y cuidar la salud de su hijo, el rey Alfonso XIII, no podía imaginar la atracción magnética que esta ciudad ejercería a partir de entonces sobre el resto de España y más allá. Desde entonces, miles de visitantes acuden anualmente a San Sebastián, atraídos por el clima suave, las magníficas playas, la exquisita gastronomía y la variada oferta cultural.
Unos años más tarde, su nuera, la reina Victoria Eugenia, se unió a María Cristina, y la ciudad las honró nombrando calles, teatros, hoteles y puentes en su honor, que hasta hoy conservan su encanto aristocrático. Así, San Sebastián se ha convertido en una de las ciudades más hermosas de España.
Situada en una localización privilegiada en el golfo de Vizcaya, San Sebastián nos invita a visitarla no solo en la temporada estival sino también en primavera o en otoño, pues en cualquier época del año el clima es agradable. Nosotros nos aventuramos a recorrerla en bicicleta eléctrica para alcanzar a ver los puntos más emblemáticas de la ciudad y rincones alejados del centro, como el Campus universitario o la Tabakalera, que tienen gran encanto pero no aparecen en las guías turísticas.
La ciudad vieja
Iniciamos nuestra visita a pie por las callejuelas del centro histórico de San Sebastián. Nos reunimos en la Plaza Sarriegi, en la sede de Go Local, donde nos esperaba Hegoi, nuestro guía. Comenzamos nuestro recorrido caminando por la calle 31 de agosto hasta la Plaza de la Trinidad, donde se encuentra la Basílica de Santa María del Coro, una impresionante obra barroca del siglo XVIII que alberga en su fachada una escultura de San Sebastián Mártir y un retablo mayor dedicado a la Virgen del Coro, patrona de la ciudad. Luego nos dirigimos a la preciosa Plaza de la Constitución, de estilo neoclásico, cuyos balcones numerados sirvieron en su día como palcos para las fiestas taurinas celebradas en este recinto.
Una visita a San Sebastián es impensable sin una parada en una barra de pintxos. Para nuestra sorpresa y alegría, Hegoi nos llevó a la Casa Urola en la calle Fermín Calbetón 20, que también está recomendada en la Guía Michelin. Este fabuloso restaurante alberga una animada barra de pintxos y un comedor en el primer piso, ofreciendo cocina vasca tradicional con productos locales frescos, así como pescado y mariscos a la parrilla.
Repuestos, continuamos nuestro paseo hacia la iglesia de San Vicente y el Museo San Telmo, que está dedicado a la cultura e historia vasca. Alberga una impresionante colección de objetos etnográficos, arqueológicos, históricos y artísticos que ofrecen una profunda comprensión de la sociedad vasca. El museo está compuesto por un antiguo monasterio dominico del siglo XVI y un edificio moderno, lo que crea un contraste encantador.
Donostia desde el sillín de una bicicleta eléctrica
San Sebastián es la ciudad perfecta para explorar en bicicleta. Para quienes no tienen una gran condición física, las bicicletas de pedaleada asistida de Go Local son una excelente opción. Nuestro guía, Hegoi, nos explicó como usarla y nos dio nuestros respectivos cascos de protección. Nos llevó por los populares bidegorris, así llaman los vascos al carril bici por estar señalados con el color rojo: bide-camino, gorri-rojo, y nos contó la historia y las tradiciones de la ciudad.
Nuestra primera parada fue el impresionante "Kursaal", un moderno centro de congresos diseñado por el renombrado arquitecto español Rafael Moneo. Como dos rocas en medio del oleaje, este edificio se eleva en el borde de la bahía y despliega toda su grandeza por la noche, cuando se ilumina la fachada. Justo al lado se encuentra la playa de Zurriola, un paraíso para jóvenes y surfistas que buscan las poderosas olas del mar abierto. A diferencia de las playas protegidas de la bahía, Zurriola está expuesta a las indomables fuerzas del Atlántico. Las escuelas de surf y el alquiler de tablas la convierten en el lugar ideal para los entusiastas de los deportes acuáticos. Desde aquí se ofrece una impresionante vista del Monte Urgull y del más distante Monte Ulia. Un punto culminante es "el Muro", un lugar donde se pueden disfrutar los impresionantes atardeceres mientras los surfistas cabalgan sobre las olas.
Poco después llegamos a la plaza Euskadi, cruzando el puente de Santa Catalina se hallan el hotel María Cristina inaugurado en 1912 e inspirado en la Belle Époque, en cuyo interior encontramos hermosas lámparas de araña, elegantes columnas y un exquisito decorado; poco después se levanta el Teatro Victoria Eugenia, también del año 1912, que mezcla el estilo neo-renacentista y neo-plateresco. Aquí se celebra el famoso Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Poco después llegamos a la plaza Euskadi, cruzando el puente de Santa Catalina se hallan el hotel María Cristina inaugurado en 1912 e inspirado en la Belle Époque, en cuyo interior encontramos hermosas lámparas de araña, elegantes columnas y un exquisito decorado; poco después se levanta el Teatro Victoria Eugenia, también del año 1912, que mezcla el estilo neo-renacentista y neo-plateresco. Aquí se celebra el famoso Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Nuestra ruta nos llevó a lo largo del río Urumea, pasando por el barrio de Egia, donde se encuentra la Tabakalera, un centro de creación artística y cultural ubicado en una antigua fábrica de tabacos, que ofrece visitas guiadas gratuitas tanto al edificio como a las exposiciones. El museo ha reunido obras de diversas disciplinas como la fotografía, la danza, el cine y la moda.
Luego llegamos al barrio de Morlans, donde descubrimos el túnel de bici más largo de Europa, con 1,99 kilómetros, que nos llevó sin obstáculos al otro lado de la ciudad. Pasamos por el Campus de Gipuzkoa, parte de la Universidad del País Vasco, con sus modernos edificios, y finalmente llegamos a la hermosa playa de Ondarreta.
Al final de esta playa, al pie del monte Igeldo, se halla el grupo de esculturas símbolo de la ciudad: El peine del viento, del gran artista vasco Eduardo Chillida.
Las impresionantes esculturas de acero forjado fueron fundidas sobre las rocas frente al mar Cantábrico y las olas chocan con fuerza en sus cimientos mientras el viento atraviesa las estructuras metálicas. La imagen del acero, la piedra y el mar es espectacular y nos deja un recuerdo inolvidable de este gran artista vasco, que respetaba los materiales con los que trabajaba hasta el punto de considerar parte de la obra el proceso mismo de corrosión o los cambios que tuviera el hierro o la piedra. Además de las esculturas, Chillida también diseñó varios agujeros en el suelo a través de los cuales las olas que pasan por abajo son catapultadas a la superficie y al cielo. Cuando llegamos hasta El peine del viento la marea estaba alta y los chorros de agua alcanzaban varios metros de altura. Hay que tener cuidado para no mojarse.
La playa de La Concha
Nuestro recorrido nos llevó desde la playa de Ondarreta hasta la emblemática playa de la Concha, considerada por muchos la playa urbana más bella de Europa. A mediados del siglo XIX, la Reina Regente María Cristina popularizó la Concha al convertir San Sebastián en la capital estival de Europa. La ciudad se transformó en un destino de moda, atrayendo a la aristocracia europea que construyó elegantes mansiones alrededor de la playa, muchas de las cuales aún se conservan.
En nuestro camino hacia la ciudad vieja, pasamos por el Palacio Miramar, una mansión de estilo inglés situada en una colina, desde cuyos jardines se divisan las dos playas, los montes Igueldo y Urgull, y la isla Santa Clara. Este palacio fue la residencia de verano de la monarquía española a finales del siglo XIX. Para acceder a la playa de la Concha, atravesamos un túnel bajo los jardines de este bello palacio. Después nos encontramos con el balneario La Perla, uno de los más distinguidos de la ciudad en la época de la Reina Regente.
El paseo por La Concha es un verdadero deleite, especialmente con nuestras bicicletas eléctricas que nos permitieron recorrer los bidegorris sin esfuerzo. La playa estaba llena de artistas que esculpían obras efímeras y fantasías gráficas en la arena. Finalmente, hicimos una última parada en otro bar espectacular para disfrutar de más pintxos de la famosa gastronomía vasca. Se recomienda ir de bar en bar y probar algo diferente en cada uno, ya que cada uno ofrece su propia especialidad. Cuantos más bares se visiten, mayores serán las posibilidades de descubrir los mejores pintxos de San Sebastián.
Nos despedimos de San Sebastián tras un recorrido de tres horas en bicicleta, con la satisfacción de haber descubierto una de las ciudades más hermosas del país y, sin duda, una referencia mundial en el arte de la buena gastronomía.
Texto: Elsa Mogollón Wendeborn
Fotos: Go Local, San Sebastián Turismo